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 CENTRO ESPAÑOL DE INVESTIGACIONES JOSEFINAS

ESTUDUIOS JOSEFINOS número 152 

RECESIONES - OBRAS JOSEFINAS Y MARIANAS

AGUILERA PASCUAL, Domingo, Las relaciones de José. La paternidad, Madrid, Editorial Amigos de la Virgen. 2022, 143 p. ISBN: 978-84-126493-0-7

Lo primero que hay que decir es que este libro, al contrario de lo que suele suceder cuando de san José se trata, no es fruto de la improvisación: Domingo Aguilera, no hace mucho, publicó otro, de factura similar, dedicado a María y que ha tenido ya más de una edición: Las relaciones de María. La ocasión de éste ha sido la proclamación por el Papa Francisco del año jubilar con la invitación a conocer mejor (y, por supuesto, a querer) a san José. Y esto es lo que buscan estas páginas bien informadas. Por ello, así, y previamente, establecen las tesis de que José no fue, a pesar de las traducciones frecuentes, “carpintero” sino constructor o sea bien dotado económicamente gracias a un trabajo valorado y demandado; y José, al descender de David, en cierto sentido pertenecía a la aristocracia.

Siempre mirando al evangelio, es razonable que, en la parte dedicada a “Lo que sabemos y no sabemos de José”, atienda a la definición, o especie de definición, de José como varón justo, en su actitud, incluso en sus conversaciones con María ante el descubrimiento del misterio. Es interesante la interpretación de los sueños como medio de comunicación de Dios con él en decisiones transcendentales (y duras) como las referidas a la ida a Egipto y su estancia y facilitadas – expone el autor- en parte porque José “sabía griego”.

Es simpática (y probable) la explicación que da al silencio de José ante la “pérdida” del ya adolescente Jesús en el templo. Son comprensibles las razones que se dan para explicar el porqué de que José muriera joven. Y sorprende que en el debate, antañón y caluroso, sobre el mayor de los nacidos, que ya en el siglo XVIII se cantaba en los “gozos”: “pues sois santo sin igual, y de Dios el más honrado”, sea interpretado así al hablar del morir de José: Con su muerte, que es la síntesis de toda su vida, nos da su última lección. José no será el nacido de mujer más grande de la historia, que lo es Juan Bautista, que nació sin pecado, pero es el que mejor murió” (p. 23). Es una idea en la que insiste e incluso acentúa cuando habla de la vocación de José:” José, que sepamos, no fue concebido sin pecado original ni tampoco santificado en el seno materno como Juan el Bautista” (p. 31).

El segundo capítulo es más “biográfico”, y por ello es lógico que trate del lugar ¿Nazaret? y de la fecha del nacimiento de José: son interesantes a este propósito los cálculos cifrados en la referencia a los jubileos así como los datos sobre Nazaret con su sinagoga y la función magisterial de José en ella, y es algo que admira y aprende María de José, bien enseñado por su padre Jacob. El silencio interior, la escucha y las palabras de ambos influyeron en el mutuo conocimiento.

En la parte que dedica a pensar en la intimidad de José (“Un viaje a la intimidad de José”) reflexiona sobre su “celibato”, amplia y cálidamente expuesto y que en José se realiza “por el reino de los cielos” (p. 43). El “José la recibió en su casa” también da lugar al autor para consideraciones entrañables sobre el significado y la realidad del convivir enamorado de la llena de gracia, en paternidad “que es su alimento”, que explica mejor la filiación davídica, y que se nos presenta “como el mejor modelo de padre” en una paternidad con su grandeza singular y que Aguilera desarrolla profundizando en Mt y Lc, en la felicidad del nacimiento.

Es interesante la reflexión sobre la formación de José en la ley que, “como maestro”, supo enseñar a Jesús, de cuya sabiduría niña quedaron admirados, maravillados, los doctores. También en este capítulo atinado se explaya la imaginación bien fundada de Aguilera sobre todo en esa oración profunda, que es contemplación, al estilo de santa Teresa, que, por cierto (y lo aduce el autor) recomienda este magisterio josefino a las almas de oración. Es maestro, José, de Jesús, que aprendió tantas cosas de él, como la importante de la profesión laboral. En este particular, el libro se detiene en el alcance de lo que decían los paisanos del “Hijo del artesano”, que como ya se ha indicado, tradicionalmente se traducía por carpintero, pero que en la actualidad se considera como “constructor”, “tekton” (lo dejó claro el autor ya al principio) animado todo por la fiebre constructora que se había desencadenado en la vecina Séforis por la estancia en ella de Herodes.

Glosa, también, la cualidad josefina en la que últimamente ha insistido el papa Francisco: la valentía, que brota de la fe, de la esperanza en la promesa. Interpreta de forma certera los cuatro sueños de José (con sus noches). Y dedica un espacio considerable (y un cúmulo de hipótesis posibles y variadas) a la muerte del santo, tan valorada y contemplada en la iconografía, en la devoción, no sólo popular, al “abogado de la buena muerte”.

Se contempla, y se dedica un espacio considerable, a san José como protector del Arca (la madre y el hijo), de la Iglesia; como padre y señor, cual le han celebrado los santos Josemaría, y antes san Juan de la Cruz y, sobre todo, santa Teresa y su Carmelo; y también, cómo no, los matrimonios y las familias.

Puede resultar cuestionable la presencia de san José en las apariciones, pero Aguilera Pascual las trata con prudencia y seriedad, fijándose en las apariciones marianas de Fátima, y en otras numerosas y no tan conocidas.

En conclusión, Las relaciones de José es un libro informado y que informa; pero, además, es un libro que mira al corazón de los lectores y aspira a animarles a la devoción a san José. JOSÉ DE JESÚS MARÍA, OCD