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Cari Filii

Juan Cadarso- Cuenta la tradición que cuando la Virgen María era niña, sus padres, San Joaquín y Santa Ana, la llevaron al templo de Jerusalén para ofrecerla a Dios y consagrarla así a la gran misión que tendría que realizar de mayor. Una bella fiesta de origen oriental, que nació en el año 543, con ocasión de la dedicación de la basílica de Santa María la Nueva en Jerusalén.

Las celebraciones por la Presentación de María en el Templo, también llamada en muchos lugares «la Niña María», se inician el 20 de noviembre y se prolongan hasta el día 25, aunque la fiesta es el 21 de noviembre. Es una de las doce fiestas principales del año litúrgico oriental, que pasó a figurar en el calendario romano en el año 1585.

Una niña con dos tórtolas

María tenía tres años, cuando Ana y Joaquín reunieron a las jóvenes del pueblo y se dirigieron con lámparas hacia el templo. La niña María llevaba en sus manos la ofrenda que presentaban «los pobres»: dos tórtolas o pichones. «Cuando los peregrinos llegaron al pórtico, la Virgen pequeñita, subió sola las gradas, con paso firme y seguro«, dice el Evangelio apócrifo de Santiago.

Una fiesta que está muy ligada a la vida religiosa de centenares de congregaciones -especialmente femeninas-, quienes buscan imitar a María a partir de su Presentación en el Templo del Señor. Una de las órdenes que tiene especial devoción a esta tradición son las Madres Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, fundadas por la santa española Carmen Sallés (1848-1911). Puedes leer más aquí sobre su vida. 

En los colegios Concepcionistas repartidos por el mundo es una de las grandes fiestas del año, si no la más importante. Los niños de 4 años de infantil hacen de hebreos y de Niña María, mientras que los de 2° de Bachillerato (17 años) llevan a la Virgen en procesión en su último año de colegio. Suelen acudir muchos alumnos y ex alumnos con sus familias.

Soraya Montero es profesora de Educación Infantil y miembro del equipo pastoral del Colegio Madres Concepcionistas de la Calle Princesa de Madrid – fundado por la propia Madre Carmen Sallés y donde se encuentra su cuerpo-, y cuenta a Cari Filii cómo viven esta fiesta sus alumnos, sobre todo los más pequeños.

«Es una tradición que quiso incorporar nuestra fundadora, tal y como ella la vivió de niña en su colegio. Primero se realiza un triduo para prepararnos para el día 21, celebramos la Eucaristía y la procesión de la Virgen Niña con San Joaquín y Santa Ana, acompañada de los hebreos. Y luego hay una parte más lúdica, con un pregón a cargo de los alumnos, puestos de venta de chucherías, papeletas, castillos hinchables, chocolatada, fiesta de disfraces….», comenta la profesora.

Madre Carmen Sallés, fundadora de las Concepcionistas, fue educada en Manresa (España) en el colegio de las religiosas de la Compañía de María, fue allí donde empezó a tener gran devoción por esta fiesta. Años después quiso que en todos sus colegios se rememorara esta tradición de origen oriental.

Soraya, como ex alumna concepcionista, tiene la suerte de haber vivido también de pequeña esta tradición. «Sabíamos que se acercaba la fiesta y que había que ir pensando un buen disfraz. El triduo nos preparaba para lo que unos días más tarde viviríamos con tanta intensidad: la entrada de la niña María en el templo. Ese momento en la capilla era emocionante. Las canciones, ver cómo en el momento del ofertorio se acercaba la niña María con sus padres, los niños hebreos, las banderas… es algo que no se puede explicar con palabras», relata.

Parte de nuestro equipaje

Concha Bernal es profesora de la ESO y, como Soraya, es miembro del equipo pastoral del colegio. «Para nosotros, la familia Concepcionista, María es guía y modelo, por eso intentamos acercar su figura y sus valores a nuestros alumnos desde que son pequeños, valores de los que pueden aprender mirando a una niña tan grande, pero tan pequeña como ellos. Desde la infancia brota el deseo de seguirla, vistiendo un traje de hebreo, de San Joaquín o Santa Ana, incluso de Niña María. De mayores, brota la admiración, el deseo de imitarla, el orgullo de tenerla como Madre», comenta.

«Pero también se forjan recuerdos de amigos, de puestos, de bailes, de pregones que nos anuncian la llegada de días especiales, de poder celebrar juntos… y de llevar para siempre en el recuerdo mucho más que una fiesta. La Presentación de María en el templo se convierte en parte de nuestro equipaje, y, sin saber por qué, creces y te vas del colegio, pero, cada 21 de noviembre, el corazón de todo Concepcionista grita a una sola voz, desde muchos lugares del mundo: ¡Viva la Niña María!», concluye Bernal.

La pequeña Sofía ha sido la encargada de ser la Niña María de este año, acompañada de Gabriel, que hizo de San Joaquín y Ainhoa, que fue Santa Ana. Profesores, alumnos y familias abarrotaron la iglesia del colegio para cumplir un año más con esta bella tradición, con la que ya había soñado de pequeña la santa española Madre Carmen Sallés.