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Se celebran 75 años desde que la Almudena fue engalanada con una corona hecha en la posguerra gracias a los madrileños

Begoña Aragoneses
 

Cuentan las crónicas que aquel 10 de noviembre de 1948 Madrid se levantó de gala, en un ambiente de fiesta grande, para celebrar la coronación canónica de Santa María la Real de la Almudena, su patrona. Las calles engalanadas, las mujeres de mantilla, un baldaquino montado en la plaza de la Armería del Palacio Real para acogerla y toda una ciudad pendiente de un día histórico. «Vamos, como el de hoy», señala Jesús Junquera, canónigo encargado de la catedral de la Almudena y su patrimonio, en referencia al día de la jura de la Constitución de la princesa Leonor. La coronación había sido solicitada al Papa por el patriarca de las Indias Occidentales y obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, como regalo al pueblo de Madrid por sus 25 años de ministerio episcopal. La Virgen recibió ese día una corona que había sido fabricada por el platero madrileño Juan José García con una singularidad, y es que, en una posguerra «sin dinero», se hizo con las aportaciones de los madrileños. Anillos de boda, sortijas, pendientes, diamantes… Desde el más sencillo hasta el más noble, los madrileños aportaron, y por eso esta fue una corona de todos para la Virgen de todos. «En la corona se ve reflejado el pueblo de Madrid», cuenta el canónigo, que ha conocido en vida a personas que donaron sus joyas. Ese día se coronó también a su Hijo —se hace siempre que la Virgen lleva Niño—, y se la nombró también capitana general del Ejército, de ahí el fajín que luce cuando procesiona.
 
 

La Virgen de la Almudena tiene cuatro juegos de coronas. El de la coronación es el que utiliza en las solemnidades especiales en la catedral, sobre todo el día de su fiesta, y nunca la luce fuera de su casa. El juego de diario es un encargo que se hizo a la casa Ansorena en 1911. Y para procesionar vestía, hasta hace unos años, la conocida como corona imperial, una pieza en plata sobredorada de gran valor del orfebre Luis Pecul, que data de 1828 y fue restaurada en 2002. Ahora, la Almudena sale a la calle con una corona realizada gracias a una donación anónima, más sencilla desde el punto de vista artístico, pero muy lucida y cómoda para la talla de la Virgen.

Ofrenda solidaria

Como explica el sacerdote, las coronaciones canónicas suelen llegar de la mano de la piedad y la aclamación popular. «Desde las primeras representaciones de la Virgen ya se la ve coronada; en el románico, es normal ver a Cristo coronando a su Madre o a Ella sentada en el trono como Reina». Durante la coronación de la Almudena se pidió a María su protección como Reina de la misericordia y Reina de la paz. «Se respalda así la consideración de María como Reina y Madre», detalla Junquera. Este es precisamente el lema con el que la archidiócesis de Madrid ha convocado las celebraciones de la patrona, en el año en el que se cumplen los 75 años de la coronación canónica. Por este motivo, la diócesis se ha esmerado en unos actos que arrancan el próximo 4 de noviembre con un concierto en la catedral a cargo de la Orquesta Sinfónica del Ayuntamiento. Los días 5, 6 y 7 de noviembre se celebrará el triduo y el día 8 están convocados los jóvenes a la gran vigilia, a las 20:30 horas, presidida por el cardenal Cobo.

El éxito de la ofrenda floral, que cada año supera las expectativas, ha llevado a ampliar un día más el destinado a los colegios. Así, los centros educativos irán el 7 y el 8, y algunos también el 10, puesto que se coparon rápidamente las reservas. Además, todos los madrileños que quieran podrán acudir a llevar flores a la Virgen hasta el domingo día 12, aprovechando el fin de semana. Una ofrenda que, como recuerda Jesús Junquera, es solidaria: «A la Virgen le gusta mucho que le llevemos flores, pero le gusta mucho más que llevemos un kilo de arroz o una botella de aceite, para sus hijos que lo necesitan». El día 9 de noviembre el arzobispo de Madrid presidirá la Misa solemne, a las 11:00 horas, en la plaza de la catedral. Tanto en el altar de fuera como en el del interior del templo se instalarán los frontales de altar de la época de Eijo y Garay, en terciopelo bordado al repostero. Tras la Misa comenzará la procesión. Este año, la Virgen volverá a salir en el trono de Jesús, el Pobre, y lucirá para la ocasión un manto azul bordado en oro prestado por la Sacramental de Santa María.