La tradición se remonta al siglo XVII, cuando los servitas establecieron una fiesta especial en septiembre
lo largo de los siglos, creció la costumbre de dedicar ciertos meses del año a temas espirituales específicos. Septiembre se hizo conocido como el mes de «Nuestra Señora de los Dolores».
Inicialmente, esto puede parecer una designación extraña, ya que Nuestra Señora de los Dolores generalmente está relacionada con la crucifixión de Jesús, que en el año litúrgico de la Iglesia se celebra en marzo o abril.
Sin embargo, desde el principio se desarrolló una fiesta el 14 de septiembre llamada «La exaltación de la Santa Cruz». El misal diario de san Andrés explica:
«Originalmente, esta fiesta celebró el hallazgo de la Santa Cruz por santa Elena y la consagración, el 14 de septiembre del 335, de las basílicas construidas por Constantino en los sitios del Santo Sepulcro y el Calvario en Jerusalén».
Fiesta mariana
Esto trajo a septiembre una meditación particular sobre la cruz de Jesucristo, y para el siglo XVII se desarrolló una fiesta mariana complementaria el 15 de septiembre.
En el siglo XVII, los servitas celebraron la fiesta solemne de los Siete Dolores de Nuestra Señora, que en 1817 fue extendida a toda la Iglesia por Pío VII como un memorial de sus sufrimientos en el exilio y el cautiverio y de su liberación a través de la intercesión de la Virgen.
Además, en 1912 el Papa san Pío X transfirió esta fiesta del tercer domingo de septiembre al octavo día de la Natividad de Nuestra Señora (8 de septiembre).
Originalmente, esta fiesta estaba más centrada en los sufrimientos de María a lo largo de su vida temprana, excluyendo la Pasión de Jesús, su Hijo, pero con el tiempo ha llegado a representar todo el sufrimiento de María.
A causa de estas dos fiestas centrales, septiembre se ha convertido en un mes dedicado a Nuestra Señora de los Dolores.