Unas apariciones aprobadas en Eslovaquia, pero poco conocidas
Pablo J. Ginés/Cari Filii 28 noviembre 2020
Ivetka Korcakova, que vio a la Virgen María de 1990 a 1995 en las apariciones de Litmanova (Eslovaquia), desde los 11 a los 15 años, ha contado en una entrevista lo que le pasó después, que no fue agradable e incluyó depresión y pensamientos suicidas, aunque nunca dudó de la fe, de la Virgen y sus mensajes.
Cinco años de mensajes y apariciones
Se cumplen este año 25 años de las apariciones de la Virgen en Litmanova, un pueblecito de montaña en el norte de Eslovaquia, poblado por católicos de rito griego y lengua y etnia ruteno-rusina. El 5 de agosto de 1990, la Virgen se apareció a Ivetka Korcakova (de once años) y Katka Ceselkova (de doce años), en un almacén de heno a kilómetro y medio del pueblo. En ese momento estaba también Mitko, el hermano de 9 años de Katka, que no vio nada aunque oyó un extraño estruendo, como ellas.
Después, durante 5 años, en ese almacén la Virgen se apareció varias veces al año a Ivetka y Katka. Ivetka oía en sus pensamientos la voz interna, espiritual de la Virgen y sus mensajes. Katka desde abril de 1991 podía ver a la Virgen, pero no oírla.
A menudo la Virgen llegaba “como una niebla” y se sentaba en un estrecho banco de madera junto a la pared. Hoy en ese lugar se ha construido un santuario de madera, y en el lugar donde solía estar la Virgen se mantiene un icono de la Virgen con el Niño. Era el primer año después de la caída de la dictadura comunista y aprovechando la libertad y las ganas de saber más de Dios mucha gente se acercó al lugar. En un país de 6 millones de habitantes, más de 1 millón pasó por Litmanova en apenas un año.
Rosario, corona y recomendando sacramentales y medallas
Hasta el 24 de febrero de 1991, la Virgen se les apareció varias veces al mes, sobre todo en domingos y fiestas importantes. Desde el 3 de marzo de 1991 se les aparecía solo en los domingos tras el primer viernes del mes.
La Virgen aparecía vestida principalmente de túnica blanca con manto azul y faja azul, pero a veces lucía vestidos dorados, en púrpura, y negro. Aparecía a veces con un rosario en la mano y una corona de oro. La Virgen animaba también al uso de sacramentales y medallas: “yo aconsejo a mis queridos hijos que lleven cosas consagradas con ellos en estos tiempos porque el diablo tiene un poder grande ahora“.
En agosto de 1995, ante cien mil peregrinos, Ivetka transmitió el último mensaje de la Virgen: “Mis queridos hijos, la revelación aquí será la última, os amo y os doy gracias por todo lo que habéis hecho por mí aquí. Mis queridos niños: quería que sucediera esto, levantaros de vuestro sueño de vacío, que entendierais que necesitáis convertiros. Por favor, por favor. Permaneceré en esta montaña. Empezad a pensar en mis mensajes. Quedad en mi corazón esta vez. Necesitáis estar más vigilantes y ser más simples, manteneos como niños, completamente libres para Dios. Pensad en mis palabras. Os amo y os espero en el Cielo”.
Una aparición aprobada
Los peregrinos han continuado acudiendo, con una gran misa cada primer domingo de agosto. La iglesia católica de rito bizantino examinó los mensajes sin encontrar errores y constató numerosos milagros y curaciones. El domingo 8 de agosto de 2004 el obispo de la eparquía bizantina de Presov, Jan Babjak, leyó un decreto declarando que el lugar sería un santuario dedicado a la Inmaculada Concepción de la Virgen. Para la jerarquía local, es una aparición aprobada y desde 2008 la eparquía dirige directamente el santuario.
Las videntes se casaron
Nada más acabar las apariciones, aún con 15 años, Ivetka entró en una comunidad religiosa, en parte presionada por su madre y el entorno del pueblo que esperaba eso de una vidente, y en parte por simple desconcierto. Después de unos años dejó la congregación y en 2007 se casó. Katka también se casó. Un documental en 2008 (Ivetka a hora, “Ivetka y la montaña”) las entrevistó y filmó para intentar entender la vida cotidiana “normal” de mujeres que vieron a la Virgen durante 5 años.
En 2019, Martin Ližičiar entrevistó con detalle a Ivetka (ya con apellido de casada Hudáková), para SlovoPlus. Ella habló de las apariciones de la Virgen… y de cómo las presiones de la gente (especialmente la de su pueblo, siendo ella una adolescente) la dañaron. Hoy, con 40 años, está muy contenta de llevar una vida “normal”.
– Eres una de las personas que ha visto a la Virgen María en la tierra. ¿Cómo era Ella?
– Superaba todas las expectativas humanas. Era la encarnación de lo mejor y más hermoso que podamos imaginar. Su belleza no era solo física, no quedaba en la superficie, sino que impregnaba todo su ser. Era una belleza que reconforta el corazón. Fue cercana a nosotras desde el primer momento.
– ¿Qué edad tenía?
– Parecía joven y al mismo tiempo era madre. Es difícil de decir, porque no le calculamos edad en ese momento. Sin embargo, si tuviera que darle una edad, podría tener entre 19 y 20 años.
– ¿Se parecía a alguna de las estatuas que visteis antes, o más tarde?
– Lo pensé, pero ninguna de las estatuas me parece similar, porque lo más destacado de ese encuentro era la forma en que me miraba.
– ¿Cómo iba vestida?
– Llegó vestida de manera muy sencilla, principalmente con un vestido blanco y con una capa azul.
– A menudo mencionas haber sentido una fuerte ternura y amor maternal. ¿Cómo se manifestaba?
– Muy simple: yo me sentí completamente aceptada. La aceptación máxima que el otro puede darte cuando te acepta con todo. Incluso con lo oscuro. Cuando te abrazan.
– ¿Escuchaste palabras durante la aparición?
– Al principio no. Ella vino en silencio, estuvo en silencio todo el tiempo y sabíamos que estaba orando por nosotros.
– ¿Qué pasó justo antes de la primera revelación?
– Temor. Escuchamos un estruendo, un ruido que no pudimos explicar. Al principio pensamos que era gente que venía de Polonia, porque la cabaña en la que estábamos está cerca de la frontera con Polonia. Cuando lo descartamos, porque no vimos a nadie afuera, nos asustamos. El hermano menor de Katka sugirió que rezásemos. Había hecho la Primera Comunión y allí les enseñaron que si tenían miedo debían rezar. Es extraño que se le ocurriera, y más extraño aún porque no tuvo revelaciones y no vio nada. En retrospectiva, hoy creo que estuvo allí para incitarnos a la oración.
oración
– ¿Qué pudo haber causado el sonido?
– No sé qué fue. En cualquier caso, nos llevó a algo bueno. A veces, uno necesita intervenciones incomprensibles en la vida para comprender cosas que no se ven a primera vista.
– ¿Cómo conocías las palabras de la oración “María, Madre nuestra, escóndenos bajo tu manto”?
– No lo sé, tal vez las había escuchado antes, pero no lo recuerdo. Para mí, fue una oración en ese momento que salió de mí, de mi corazón.
– ¿Qué significa esa petición hoy para ti?
– Acudir corriendo hacia la seguridad.
– Afirmas que durante la primera revelación tenías once años y no eras una niña piadosa, que no eras una candidata adecuada para la revelación. ¿Por qué?
– Yo tenía 11 años, Katka 12. Durante los cinco años de apariciones, soporté muchas expectativas de la gente, y sus desilusiones sobre quiénes somos. Puede que tenga que ver con nociones simplistas e ingenuas de perfección.
– Paradójicamente, es la actitud opuesta a la de la Virgen María, que da aceptación incondicional…
– Sí. Creo que por eso lo soporté, porque Ella me compensaba. Ella me daba lo que me faltaba en la realidad humana.
– ¿Te has preguntado por qué te eligió la Virgen María?
– Lo he pensado a menudo. Probablemente yo necesitaba experimentar algo así para convertirme, se supone que este era mi camino hacia Dios. ¿Por qué de esta manera? Nadie lo sabe.
– ¿Y por qué la Virgen María eligió Eslovaquia y en esos años? ¿Lo necesitábamos?
– Fue después de la revolución, la década de 1990. Creo que necesitábamos alguna guía o un llamado a la oración. Después del comunismo, llegaba una nueva etapa, y la libertad no es una lotería. Necesitábamos oración.
– Sueles decir que la Virgen María no vino a contarle nada nuevo al mundo. ¿Qué vino a repetir?
– Creo que dondequiera que venga la Virgen María, no solo en Eslovaquia, quiere renovar nuestra sensibilidad. Quiere curar nuestro entumecimiento. Se trata de ver bajo una nueva luz lo que dábamos por sentado.
-¿Dudas de si las apariciones fueron reales, o realmente viste a la Virgen María?
– Después de la primera revelación, no tuve dudas. Para mí quedó claro. Todo el evento fue tan claro que supe que era Ella. Las dudas no comenzaron hasta que llegamos a casa y les contamos a nuestros padres lo que vimos. Las dudas nacieron desde el mundo de los adultos, con mi madre o la de Katka, lo cual es comprensible. Hoy, sin embargo, entiendo que si mi hijo viniera diciéndome que ha visto a la Virgen María, yo tampoco diría: “ah, muy bien, muy bien”. También yo tendría que procesarlo, lo dudaría. La duda está indisolublemente ligada a la fe.
– ¿Qué cosas tuviste que pasar?
– Tuvimos varias entrevistas con psiquiatras y psicólogos. Durante las apariciones, probaron cómo funcionaban nuestros sentidos, nos pinchaban y veían nuestra reacción al dolor o al ruido. También tuvimos muchas conversaciones con los sacerdotes. Nos hablaban por separado sobre si podíamos estar equivocadas en lo que decíamos. Nos presionaban, sobre todo, para que pensáramos en los que podía pasar, qué consecuencias o cosas malas podía traer. Fue una gran presión. Se supone que debían asustarnos, para que con el miedo reveláramos si lo que decíamos nos lo estábamos inventando o era cierto.
– ¿Cómo reaccionó la gente que conocías?
– Al principio fue cuando hubo más reacciones malas. Cuando yo era niña me importaba mucho lo que pensaran los adultos sobre mí. Íbamos a una escuela que era comunista y había frecuentes burlas. Después fue más fácil. Llegué a la conclusión de que no importa lo que piensen o evalúen los demás, que no cambiará nada de lo sucedido.
-¿Qué te dio fuerza para soportarlo?
– Creo que sólo lo soportamos porque realmente se nos permitió conocerla a Ella, saber que realmente era Ella.
-¿Cuánto duraron las apariciones?
– Comenzaron el 5 de agosto de 1990 y terminaron el 6 de agosto de 1995. El primer año se llevó a cabo todas las semanas. Durante el primer año, la Virgen María nos llamaba a todos a venir a rezar el rosario. Varias mujeres mayores del pueblo y niños fueron allí. Después de un año, dijo que siempre vendría el domingo después del primer viernes. También quería que la gente viniera a ese lugar para confesarse. Al presentarse a sí misma como la Inmaculada Pureza, expresó el mismo tema y la gracia que traía, es decir, la pureza del corazón.
– ¿Cómo era tu diálogo con la Virgen María?
– Katka vio y oyó las primeras apariciones, luego dejó de oírlas. Sucedía con pensamientos. Yo abría la boca, así como tampoco lo hacía Ella.
– ¿Qué percibiste como lo más importante?
– Lo principal que la Virgen María vino a decir a Litmanova fue que uno necesita conocer su propio corazón para poder ser purificado. Ella vino a hacer lo posible para que pudiéramos ser sanados. En una visión, la Virgen María nos dijo que nos diéramos la vuelta. Fue durante el primer año, cuando que algunas mujeres del pueblo venían a las apariciones. Nos lo dijo después del primer viernes. Tenían caras rocosas. Era un símbolo de confesiones que no sanaban porque se hacían solo por las apariencias, que no impactaban en nuestra vida. Ella vino a hacer eso real en nuestras vidas. Intervenir, hacerlas vivir, vivirlo auténticamente.
– ¿Qué significa eso?
– Significa esforzarse por ser honestos y receptivos unos con otros, atrevernos a encontrarnos con nosotros mismos en cualquier estado. Porque si el hombre no crea un espacio interior en sí mismo, en su alma, no tiene dónde invitar a Dios. Dios, si queremos, entrará dondequiera que estemos realmente presentes. Conocemos la parábola del hijo pródigo y el padre misericordioso. El hijo sale a comerse el mundo, pero cuando vuelve se conoce mejor a sí mismo y después acepta a su padre.
– ¿Sabías qué revelación será la última?
– La Virgen María me dijo que la próxima revelación sería la última. Se lo dije a Katka, ambas lo sabíamos.
– ¿Qué pasó con tu vida después de las revelaciones?
– Me metí de cabeza en mis propias dudas. Tenía miedo de vivir sin las apariciones, no podía imaginarlo. Las apariciones habían sido de los pocos momentos en los que me sentí aceptada y amada.
– ¿Qué pasó después?
– Yo estaba muy asustada y me sentía sola. Eso me llevó a unirme a una comunidad religiosa [a los 15 años, nota de Cari Filii]. Sentí que estaba perdida y que entrando en esa comunidad solucionaría el problema. Pero cuanto más tiempo pasaba allí, más sentía que no pertenecía allí. La pregunta era cómo solucionarlo. Unirme a esa comunidad era, sobre todo, algo que le convenía a los demás, porque así yo cumplía con las expectativas que tenía la gente de lo que debía hacer una vidente. No sabía como salir de eso.
– ¿Qué pasó 9 años después?
– No tenía papeles escolares, no sabía cómo ganar dinero… Mi única ventaja era que ahora hablaba alemán con fluidez, así que encontré un trabajo como niñera en Alemania.
– Uno de los hitos tristes de tu vida fue tu intento de suicidio. Has dicho que así te diste cuenta de lo lejos que puede llegar una persona. ¿Qué significa eso?
– Que a veces ves algo en otra persona y te dices que eso no te pasará a ti.
– ¿Qué paso después?
– Intenté dejar la congregación por primera vez pasado un año. Yo tenía dieciséis años y quería volver a casa. Mi madre vivía en un pueblo pequeño, todos conocen a todos y hay mil formas de condenar a alguien. Cuando le dije que quería irme a casa, ella estuvo en total desacuerdo, yo no podía regresar. Hoy entiendo su punto de vista, ella no podía evitarlo, es una desgracia. De repente sentí que no tenía adónde ir. No tenía casa. Sentí que todos los caminos me estaban cerrados. La única forma de guardármelo para mí y no mentir era ponerle fin a todo. Internamente, di un paso hacia el suicidio.
-¿Sentiste la cercanía de la Virgen María en estos momentos?
– Después de la última revelación, me sentí abandonado. Fue una lucha difícil aceptar que tenía que caminar por la vida sin apariciones. Tenía una gran añoranza por la Virgen María, ¿cómo podía Ella dejarme así? Recuerdo que cuando llegué a la montaña, me arrodillé frente al banco y solté un gran grito. Para mí, esas lágrimas lo expresaron todo. Sentí su presencia en el dolor. Pero yo, simplemente, no podía aceptar su ayuda.
– ¿Cuándo cambió este largo período de sufrimiento?
– Me vi obligada a regresar a Stará Halic, aunque había anunciado a todos que me iba. Incluso tenía todas mis cosas empaquetadas en el auto. Tuve que volver y pasar la noche entera en la capilla. Comprendí que lo que pensaba era correcto, pero que aún no era el momento de irme con paz, y ciertamente no quería fugarme, porque me costaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.
– Se dice que la obra de Dios se conoce por los frutos. ¿Hay frutos de las apariciones?
– Si hablamos de milagros, hay personas que han dicho que han sido sanados. Sé de la recuperación de una niña del cáncer.
– El lugar de las apariciones es hoy un santuario con peregrinaciones y la Iglesia examina las revelaciones. ¿Sabes cómo van hoy esas investigaciones?
– Hace mucho que no me encuentro con la comisión, pero sé que existe y que se realizan.
– ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con ellos?
– Ya no lo recuerdo. Han pasado muchos años.
– ¿Cómo reza el rosario una vidente?
– Lo rezo cuando estoy mal. Cuando me siento bien, también lo rezo, un rosario contemplativo. Una tiene suficiente imaginación para que opere en su alma.
– ¿Qué tipo de rosario es ese?
– Por ejemplo, rezas diez avemarías sobre el nacimiento de Jesús en Belén, cierras los ojos y tratas de imaginarlo. Me imagino cómo me sentiría si caminara hasta un pesebre en Belén. Trato de seguir los pasos del acontecimiento, lo que me evoca…
– Tienes un poco de ventaja porque nosotros imaginamos a la Virgen, pero tú las visto…
– Es curioso, pero cuando cierro los ojos, no veo su rostro. La siento cerca.
– En oración nos dirigimos a la Virgen María. ¿Qué es lo que más le importa a ella?
– Ella nos pide oración y nos llama a vivir con sencillez y honestidad. Si quiere que ayunemos, que vayamos a la liturgia o a la Misa, es porque se preocupa por nosotros y quiere que descubramos una vida más bella y más plena.
– ¿Qué suele preguntar la gente cuando te trata hoy?
– A menudo preguntan cómo era la Virgen María, como era la primera vez y por los mensajes.
– ¿Hay momentos en los que te gustaría volver a ver a la Madre de Dios?
– Después de todo lo que he pasado, me gustaría verla a solas.
– Cuando la veas tras la muerte, ¿te has preguntado qué le dirás?
– Tal como me lo imagino ahora, estaré con ella en silencio.
– Dijiste que la mejor experiencia es que seguías siendo normal después de todo. ¿Por qué?
– Porque lo que yo valoro más en las personas es la normalidad.