Por Domingo Aguilera
Durante muchos siglos la Iglesia Católica ha sido la promotora de la cultura occidental. El arte ha sido liderado por la Iglesia, porque la Iglesia tiene la Belleza como un atributo de la Divinidad.
A su vez, la Iglesia formada por hombres de su tiempo, recoge lo mejor de cada época y respetando esas particularidades, las adapta a lo divino.
Así, los primeros templos cristianos se construyen con la belleza greco-romana añadiéndoles “el misterio”. Y en los negros tiempos de barbarie, cuando el Imperio ha desaparecido, entonces conserva la esencia de la Cultura y se adapta a las circunstancias, siendo el hilo conductor y el motor, de una civilización que recupera lo mejor de los tiempos pasados para el futuro. Templos, como la mezquita de Córdoba, no son arrasados para construir una catedral, sino reutilizados, respetando los elementos ornamentales de esas culturas, para el culto y para todos. Es este respeto por el Arte, LA BELLEZA, lo que ha hecho que lleguen a nuestros tiempos tantas y tantas obras de arte.
Es esta una enorme diferencia con otras culturas. Acusar a la Iglesia Católica de no respetar el arte, de no respetar las culturas, es sencillamente desconocer la historia o querer tergiversarla con fines de parte.
La tensión entre lo antiguo y lo actual, tan difícil de mantener, la ha superado la Iglesia con La Tradición. Y este es un elemento fundamental para entender el Arte religioso. Si el Arte religioso se separa de la tradición, no mostrará la Belleza, sino la belleza de las cosas. Belleza limitada a lo material, a la moda pasajera, y no mostrará la Belleza que realmente transporta al hombre a los umbrales de lo inmanente, de lo real. A la Belleza entendida como estar bien o bienestar, a la felicidad, a lo que todos siempre anhelamos. La Belleza así entendida es una contemplación amorosa.
Habría que añadir, que la Iglesia no crea el arte para disfrute de unos pocos, sino como elemento de cultura para todos. Y este es otro de los mitos que simplemente, sin argumentos, se acepta como cierto, cuando el arte religioso es didáctica de los misterios.
Cuando el arte se separa de la Tradición, el arte se subjetiva, la creatividad no tiene reglas, ni pasado. Entonces arte es lo que el artista dice que es arte. Y como el papel, el arte todo la aguanta.
Cabe plantearse: Si todos estamos sometidos a las leyes de la Física, ¿podremos crear otra realidad? Sigmunt Bauman afirma que el progreso, también el del arte, pasa necesariamente por destruir lo anterior. Crear significa hacer algo completamente nuevo. Claro que si esa afirmación fuera totalmente cierta, la humanidad no habría llegado hasta aquí, porque la clave del progreso de la humanidad ha sido compartir el conocimiento y los sentimientos.
La Belleza no se contrapone a las bellezas. Sin embargo, si que es posible, más aún, muy probable, que las bellezas no muestren la Belleza.
Esa es la cuestión.